
Gracias a Marlise, ahora puedo lucir mi dinosaurio favorito en la puerta de mi oficina...a veces el argentinosaurio menea su cola a lo tigre, azotando el piso impacientemente frente a los avances de ciertos burocraciosauros, algunas veces se esconde debajo del escritorio para dormir una siesta, y otras veces echa su largo cuello para atras y da rienda suelta a unas colosales dinocarcajadas al leer algunas de las cosas que escriben los alumnos.
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